El primer día que venias entrando por ese umbral, iluminabas un aire distinto, eras justo lo que necesitaba. A medida que te hacías más cercano, cotidiano, quizás real, se me olvidaba el contrato que tú tan exactamente cumplías.
¿Amas lo que haces?, No, te amo a ti. No supe que decir después de esa respuesta, y tampoco fueron necesarias las palabras cuando entre tu chaqueta haces aparecer los pasajes, esos que nos hicieron llegar hasta acá, nuestro nuevo espacio.